En el corazón de los Andes peruanos, en la provincia de Chincheros, se erige el Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas, una joya arquitectónica que fusiona fe, historia y arte. Este templo, construido entre 1598 y 1680, refleja la devoción popular y la influencia de las órdenes religiosas en la región.
La estructura del santuario es un testimonio del arte colonial, con su fachada de piedra sillar labrada, dos torres imponentes y una cúpula adornada con azulejos vidriados. En su interior, destacan lienzos de la Escuela Cusqueña y de artistas españoles, además de un altar mayor finamente tallado en pan de oro.
Según nos cuenta el padre Juan Damiano, uno de los mayores expertos en el tema, La devoción a la Virgen de Cocharcas comenzó en 1598, cuando Sebastián Quimichu, un joven campesino, llevó una imagen de la Virgen Candelaria desde Copacabana, en agradecimiento por su recuperación milagrosa. Esta imagen, conocida cariñosamente como «Mamacha Cocharcas», se convirtió en la patrona y protectora de la Diócesis de Abancay.
Cada 8 de septiembre, miles de fieles se congregan en el santuario para rendir homenaje a la Virgen, en una festividad que atrae a devotos de diversas regiones del país y del extranjero. La celebración es reconocida por su organización y fervor religioso, constituyendo un pilar de la identidad cultural y espiritual de la región.




Entre 2008 y 2019, el Ministerio de Cultura llevó a cabo una restauración integral del santuario, invirtiendo más de 13 millones de soles. Esta intervención buscó preservar y poner en valor este monumento histórico-religioso, promoviendo además el desarrollo turístico y económico de la zona.
Hoy, el Santuario de Nuestra Señora de Cocharcas se erige como un símbolo de fe inquebrantable, un legado arquitectónico invaluable y un punto de encuentro para miles de peregrinos que buscan conectarse con su espiritualidad y tradición.