Espiritualidad y misión educativa bajo el signo del Bautista
Dentro del campus del Colegio La Salle de Abancay, se encuentra una capilla que, aunque pequeña en dimensiones, guarda en su interior una profunda riqueza espiritual: la Capilla San Juan Bautista de la Salle. Este templo, que no forma parte de una parroquia ni constituye una rectoría autónoma, cumple una función capellánica, es decir, está al servicio de una comunidad específica: la familia lasallista, formada por estudiantes, docentes, padres de familia y religiosos.
La capilla lleva con orgullo el nombre del santo fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, San Juan Bautista de La Salle, patrono universal de los educadores cristianos. Su vida, marcada por la entrega a la formación de niños y jóvenes, especialmente los más pobres, inspira también la vida litúrgica y pastoral que se celebra en este pequeño santuario.
Aquí no se oyen campanas de torre ni largas procesiones, pero sí hay una liturgia viva y cotidiana, hecha de misas escolares, jornadas de oración, celebraciones sacramentales, retiros y momentos de silencio. Es una capilla profundamente integrada a la vida del colegio, donde cada promoción que pasa deja su huella de fe.
El altar, sencillo y moderno, está presidido por una imagen sobria de Cristo Maestro, y en lugar privilegiado se venera también una imagen de San Juan Bautista de La Salle, representado con el gesto clásico de enseñar a los niños el camino de la vida y de la fe. Cada año, el 15 de mayo, día del santo, la capilla se llena de cantos, ofrendas y alegría juvenil.
No es un templo abierto al público en todo momento, pero es hogar espiritual para quienes día a día pasan por sus aulas. Allí muchos alumnos han recibido su primera comunión, han hecho su confesión con temor y esperanza, o han comprendido por primera vez que Dios no está lejos, sino en lo cotidiano: en el estudio, en la amistad, en la entrega.
En suma, la Capilla San Juan Bautista de La Salle es un espacio de formación integral, donde la fe y la educación caminan juntas, como quiso su santo patrono. Es discreta, sí, pero no por eso menos fecunda. Porque hay templos que no se miden por su tamaño, sino por la profundidad de la semilla que en ellos germina.
