Un faro de evangelización y formación en el corazón de la ciudad

El Templo de las Madres Dominicas en Abancay es un lugar con una profunda conexión histórica y espiritual con la ciudad. No solo es un espacio de oración, sino también un faro de formación y evangelización que ha marcado la vida de miles de abanquinas a lo largo de los años. Ubicado dentro del recinto del que fue el glorioso Colegio Santa Rosa, y hoy el Colegio Santo Domingo de Guzmán, este templo ha sido, desde sus inicios, un lugar central en la vida educativa y pastoral de la comunidad.

El Colegio Santa Rosa, que ha formado generaciones de jóvenes con un enfoque en la educación integral, hoy continua su misión educativa con el colegio Santo Domingo de Guzmán. Ambos han tenido en el templo de las Madres Dominicas un pilar para el crecimiento espiritual de sus estudiantes. Aunque el templo no es una parroquia ni una rectoría, su presencia como capellanía es fundamental, proporcionando a los alumnos, docentes y a la comunidad en general un espacio de oración, formación religiosa y acompañamiento pastoral.

La capellanía no solo sirve para las celebraciones litúrgicas de los estudiantes, sino también para aquellos fieles que desean participar en las misas y otras actividades espirituales. La arquitectura de la capilla es sencilla pero adecuada para los momentos de recogimiento y oración que se viven en ella. Además de las misas y celebraciones litúrgicas, es común que se realicen retiros espirituales y jornadas de formación cristiana, actividades que complementan la educación integral que ofrece el colegio.

Lo que distingue al Templo de las Madres Dominicas es su profundo vínculo con la educación. Las Madres Dominicas no son una comunidad contemplativa, sino apostólica y educativa, dedicadas a la formación espiritual y académica de las generaciones de estudiantes que han pasado por sus aulas. Muchas de estas generaciones han crecido bajo el amparo de la fe que este templo fomenta, llevando consigo los valores cristianos que reciben en su formación.

Este templo, por tanto, no solo es un lugar de culto, sino un lugar de paso hacia una vida cristiana más profunda, donde la Palabra de Dios se predica con claridad y cercanía, y donde los jóvenes de Abancay aprenden a vivir su fe en el contexto de su vida cotidiana.