Hermandades

Hermandad del Señor de Illanya

por | 7 Abr 2025 | Hermandades | 0 Comentarios

En las tierras donde el amanecer brota desde el corazón de las montañas y no desde el poniente, se alza el santuario de Illanya, uno de los rincones más sagrados del alma abanquina. Allí, donde antiguamente los kichuas alzaban su mirada al vértice del sol naciente, hoy el pueblo cristiano dirige sus oraciones al Señor Justo Juez de Illanya, Cristo doliente, oyente eterno de súplicas y esperanzas.

Según el Dr. Hugo Viladegut Bush, su imagen —de origen perdido en los pliegues del tiempo— esculpe en su rostro los dolores del mundo, y ha sido desde hace siglos venerada por los Pikis de todas las generaciones. Nadie sabe con certeza cuándo llegó ni quién le dio forma, pero su presencia se ha hecho inseparable del paisaje sagrado de Soqllaqasa y Kisapata, donde el sol nace con forma de promesa ovoidal.

La Hermandad del Señor de Illanya custodia este culto con fe encendida. Fieles de todos los rincones, desde los barrios de Abancay hasta los hijos ausentes que oran desde tierras lejanas, acuden cada viernes y con especial fervor el Viernes Santo, para presentarle sus anhelos, agradecer milagros y, a veces, simplemente contemplar en silencio a quien todo lo entiende.

Son los enamorados quienes acuden en los atardeceres a jurarse amor eterno a sus pies. Son los campesinos quienes, aún hoy, piden su bendición para la siembra. Y fue el pueblo entero el que vio en él, en los años cincuenta, al protector que hizo huir a la plaga de langostas que oscurecía el cielo y devoraba la vida.

El Señor de Illanya no salió en procesión durante la pandemia, pero su presencia no se detuvo: siguió viva en cada oración elevada desde la distancia, en cada lágrima, en cada súplica. Porque Illanya no es solo un templo, es una herencia viva. Y su Justo Juez, patrono jurado de Abancay, seguirá escuchando las quejas y esperanzas del pueblo, por los siglos que aún no tienen fecha.