UNA CRUZADA DE LUZ EN ABANCAY
Un llamado a la esperanza
En la Diócesis de Abancay, tierra de agrestes montañas que acarician el cielo, de valles fecundos, ríos cantarines y cielos límpidos que parecen espejos de la gloria divina, se gesta un acontecimiento destinado a sembrar eternidad: el Primer Congreso Nacional de Enfermos y Ancianos Misioneros, bajo el lema vibrante y prometedor: «Misioneros con amor y esperanza».
La chispa de esta convocatoria la encarna Monseñor Gilberto Gómez González, Obispo de Abancay, y los sacerdotes de la diócesis, trovadores del Evangelio, sembradores de consuelo y esperanza en una tierra sedienta de luz. Su voz, poderosa y tierna a la vez, resuena como un canto de fe que invita a los peregrinos del dolor a convertirse en heraldos de la esperanza.
La Iglesia que abraza a sus tesoros
En una sociedad que a menudo arrincona la debilidad y celebra la potencia vacía, la Iglesia responde con la voz firme de la ternura: los enfermos y ancianos no son despojos ni cifras de olvido. Son, como proclama Monseñor Gilberto, «el tesoro más valioso de la Iglesia».
«Sus oraciones, sus sacrificios y sus fatigas —proclama el Pastor— son faros encendidos que iluminan el caminar de la Iglesia». Y este faro, lejos de extinguirse, brillará con fuerza en Abancay, como antorcha encendida en medio de la noche.
Una peregrinación de corazones sufrientes
Este Congreso, previsto del 24 al 26 de octubre de 2025, será un milagro de vida compartida. Se espera la participación de cerca de 800 personas: ancianos, enfermos, agentes pastorales, médicos, religiosas y sacerdotes, reunidos como un solo cuerpo viviente.
La Diócesis de Abancay y las Obras Misionales Pontificias del Perú, en una sinergia de fe activa, tejen esta cita histórica bajo los principios de comunión, participación y misión.
Por primera vez, quienes muchas veces son considerados «los olvidados» ocuparán el centro del escenario, como heraldos de un mensaje urgente: la esperanza es posible, incluso en medio de las lágrimas.
Educar el alma en el crisol del dolor
Cada jornada del Congreso será un taller del espíritu, donde se redescubrirá que el dolor, lejos de ser absurdo, puede ser cátedra de amor.
Inspirados en las figuras luminosas de San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima y Santa Teresita del Niño Jesús, los participantes aprenderán que:
- El sufrimiento puede ser ofrecido, como incienso que sube al cielo.
- La fragilidad humana es un lienzo donde Dios pinta sus obras más bellas.
- El dolor no aísla, sino que une, cuando se vive en Cristo.
«No hay crónica humana sin cruz, pero en cada cruz se oculta la semilla de la Resurrección» —repetirán los organizadores con fe inquebrantable.
La metodología: un camino hacia la esperanza
No se trata de discursos abstractos. La metodología del Congreso es clara, sencilla y profunda:
- Testimonios vivos de enfermos y ancianos misioneros.
- Iluminación bíblica, con especial atención al Libro de Job y a los evangelios.
- Reflexiones catequéticas que conectan el corazón humano con el misterio de Cristo Crucificado.
- Celebraciones litúrgicas llenas de esperanza y vida.
- Compromisos concretos para transformar el dolor en acción misionera.
Cada sesión será transmitida también por redes sociales, en un esfuerzo de comunión que trasciende las fronteras físicas.
Pre-congresos: semillas esparcidas al viento
Antes del gran encuentro de octubre, las zonas pastorales de Abancay, Aymaraes, Andahuaylas y Chincheros han organizado pre-congresos. Estas reuniones previas son espacios de escucha, formación y discernimiento, donde el protagonismo no es de los discursos, sino de las historias vivas de quienes han hecho de su fragilidad una fuerza evangelizadora.
Marketing de lo esencial: vender la ternura
En una época en que la juventud es vendida como éxito y la debilidad como fracaso, este Congreso lanza su propia campaña, más poderosa que cualquier eslogan publicitario:
«El dolor tiene voz. La fragilidad es fuerza. El anciano es profeta.»
La estrategia no apela al miedo ni a la lástima, sino a la verdad: en el misterio del sufrimiento, Cristo mismo nos sale al encuentro.
Es un marketing evangélico donde la «marca» no es otra que el Amor crucificado.
Los frutos esperados: una Iglesia más humana
El Congreso no será un evento aislado. Sus frutos, como la semilla buena, germinarán silenciosamente en los corazones y en las estructuras pastorales:
- Revitalizar la pastoral de la salud en todas las jurisdicciones del Perú.
- Reconocer a los enfermos y ancianos como misioneros activos en la Iglesia.
- Transformar el dolor en plataforma de evangelización.
Cada testimonio recogido, cada oración pronunciada, cada lágrima ofrecida será ladrillo firme en la construcción del Reino.
Con María, madre de los dolientes
No podría ser de otra manera. Este Congreso caminará de la mano de María, Madre de la Esperanza.
Ella, que permaneció de pie junto a la Cruz, será la estrella silenciosa que guíe a todos los peregrinos del dolor hacia la luz que no se apaga.
«Con María, cada noche tiene promesa de amanecer» —declaran los sacerdotes organizadores.
Una oración que se eleva
Señor Jesús, misionero de los corazones heridos, tómanos de la mano en esta peregrinación de fe.
Conviértenos en heraldos de tu esperanza, testigos de tu amor y sembradores de tu luz en las noches más oscuras. Amén.
Conclusión: un nuevo amanecer para la Iglesia
El Primer Congreso Nacional de Enfermos y Ancianos Misioneros en Abancay no será solo un hito. Será un símbolo viviente de que, en el corazón doliente del mundo, la esperanza sigue siendo posible.
Porque cuando los olvidados se convierten en misioneros, cuando los postrados se levantan como profetas, cuando la cruz se besa en vez de temerse, entonces el Reino de Dios está más cerca que nunca.
Abancay 2025: Misioneros con Amor y Esperanza.